segunda-feira, 24 de agosto de 2009

Cuentos Árabes - Mullá Nasrudin


Nasrudín es un Mulá (maestro) que protagoniza una larga serie de historias-aventuras-cuentos-anécdotas, representando distintos papeles: agricultor, padre, juez, comerciante, juez, sabio, maestro o tonto. Cada una de estas historias cortas hace reflexionar a quién la lee u oye, como una fábula, y además suelen ser humorísticas, con el humor simple de lo cotidiano, a veces con contrasentidos y aparentes absurdos.

Sus enseñanzas, que han sido y son utilizadas por los maestros del sufismo, van desde la explicación de fenómenos científicos y naturales, de una manera más fácilmente comprensible, a la ilustración de asuntos morales.

Los cuentos de Nasrudin actualmente llegan a ser aproximadamente 378. Estos fueron compilados por Idries Shah. Son textos que tratan de distintos temas, generalmente morales, cuyas enseñanzas se amparan del ingenio y el humor.

Shah, divulgador de la cultura sufí en occidente, siempre considero que la sabia y absurda lógica de los cuentos de Nasrudín era uno de los métodos más ingeniosos que tenían los sufíes para romper la forma de pensar habitual, adentrándose así en un mundo despojado de prejuicios.

Nasrudin es considerado un Don Quijote islámico porque acostumbra a ser cuerdo en su locura y abarca todo el ingenio popular de oriente medio transmitiendo de forma simplificada las enseñanzas del sufismo.

Acostumbra a realizar una critica caustica y mordaz de los comportamientos inadecuados del islamismo, representado en muchos cuentos por imanes, jueces y personeros de la religión, representando el mismo los valores de un religioso sufi.

Cuentos

Ninguna oreja, ningún crimen Un día, el juez pidió a Nasrudín que le ayudara a resolver un problema legal.
¿Cómo me sugerirías que castigue a un difamador?
Córtales las orejas a todos los que escuchan sus mentiras -replicó el mulá.

Sendas diferentes Tú eres un gran místico -le dijo uno de sus pupilos a Nasrudín-, y sin duda sabrás por qué los hombres siguen sendas diferentes a lo largo de su vida, en vez de seguir todos una única senda.
Sencillo -contestó el maestro-. Si todo el mundo siguiera la misma senda, todos acabaríamos en el mismo lugar; el mundo, perdido el equilibrio, se inclinaría, y todos nos caeríamos al océano.

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